Capítulo 14, versos 1-15
1
En Iconio, entraron del mismo modo en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal manera que gran multitud de judíos y griegos abrazaron la fe.
2
Pero los judíos que no habían creído excitaron y envenenaron los ánimos de los gentiles contra los hermanos.
3
Con todo se detuvieron allí bastante tiempo, hablando con valentía del Señor que les concedía obrar por sus manos señales y prodigios, dando así testimonio de la predicación de su gracia.
4
La gente de la ciudad se dividió: unos a favor de los judíos y otros a favor de los apóstoles.
5
Como se alzasen judíos y gentiles con sus jefes para ultrajarles y apedrearles,
6
al saberlo, huyeron a las ciudades de Licaonia, a Listra y Derbe y sus alrededores.
7
Y allí se pusieron a anunciar la Buena Nueva.
8
Había allí, sentado, un hombre tullido de pies, cojo de nacimiento y que nunca había andado.
9
Este escuchaba a Pablo que hablaba. Pablo fijó en él su mirada y viendo que tenía fe para ser curado,
10
le dijo con fuerte voz: «Ponte derecho sobre tus pies.» Y él dio un salto y se puso a caminar.
11
La gente, al ver lo que Pablo había hecho, empezó a gritar en licaonio: «Los dioses han bajado hasta nosotros en figura de hombres.»
12
A Bernabé le llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque era quien dirigía la palabra.
13
El sacerdote del templo de Zeus que hay a la entrada de la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas y a una con la gente se disponía a sacrificar.
14
Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus vestidos y se lanzaron en medio de la gente gritando:
15
«Amigos, ¿por qué hacéis esto? Nosotros somos también hombres, de igual condición que vosotros, que os predicamos que abandonéis estas cosas vanas y os volváis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos hay,