Hechos de los Apóstoles

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[...]   Cierto platero, llamado Demetrio, que labraba en plata templetes de Artemisa y proporcionaba no pocas ganancias a los artífices,   [...]

Hechos de los Apóstoles: capítulo 19, verso 24

Capítulo 14, versos 4-16

4 La gente de la ciudad se dividió: unos a favor de los judíos y otros a favor de los apóstoles.
5 Como se alzasen judíos y gentiles con sus jefes para ultrajarles y apedrearles,
6 al saberlo, huyeron a las ciudades de Licaonia, a Listra y Derbe y sus alrededores.
7 Y allí se pusieron a anunciar la Buena Nueva.
8 Había allí, sentado, un hombre tullido de pies, cojo de nacimiento y que nunca había andado.
9 Este escuchaba a Pablo que hablaba. Pablo fijó en él su mirada y viendo que tenía fe para ser curado,
10 le dijo con fuerte voz: «Ponte derecho sobre tus pies.» Y él dio un salto y se puso a caminar.
11 La gente, al ver lo que Pablo había hecho, empezó a gritar en licaonio: «Los dioses han bajado hasta nosotros en figura de hombres.»
12 A Bernabé le llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque era quien dirigía la palabra.
13 El sacerdote del templo de Zeus que hay a la entrada de la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas y a una con la gente se disponía a sacrificar.
14 Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus vestidos y se lanzaron en medio de la gente gritando:
15 «Amigos, ¿por qué hacéis esto? Nosotros somos también hombres, de igual condición que vosotros, que os predicamos que abandonéis estas cosas vanas y os volváis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos hay,
16 y que en las generaciones pasadas permitió que todas las naciones siguieran sus propios caminos