Capítulo 15, versos 23-35
23
Por su medio les enviaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos, saludan a los hermanos venidos de la gentilidad que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia.
24
Habiendo sabido que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, os han perturbado con sus palabras, trastornando vuestros ánimos,
25
hemos decidido de común acuerdo elegir algunos hombres y enviarlos donde vosotros, juntamente con nuestros queridos Bernabé y Pablo,
26
que son hombres que han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo.
27
Enviamos, pues, a Judas y Silas, quienes os expondrán esto mismo de viva voz:
28
Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que éstas indispensables:
29
abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza. Haréis bien en guardaros de estas cosas. Adiós.»
30
Ellos, después de despedirse, bajaron a Antioquía, reunieron la asamblea y entregaron la carta.
31
La leyeron y se gozaron al recibir aquel aliento.
32
Judas y Silas, que eran también profetas, exhortaron con un largo discurso a los hermanos y les confortaron.
33
Pasado algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos para volver a los que los habían enviado.
35
Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía enseñando y anunciando, en compañía de otros muchos, la Buena Nueva, la palabra del Señor.