Hechos de los Apóstoles

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[...]   Y hubo una gran alegría en aquella ciudad.   [...]

Hechos de los Apóstoles: capítulo 8, verso 8

Capítulo 16, versos 15-21

15 Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: «Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa.» Y nos obligó a ir.
16 Sucedió que al ir nosotros al lugar de oración, nos vino al encuentro una muchacha esclava poseída de un espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos.
17 Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación.»
18 Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: «En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella.» Y en el mismo instante salió.
19 Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta el ágora, ante los magistrados
20 los presentaron a los pretores y dijeron: «Estos hombres alborotan nuestra ciudad
21 y predican unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no podemos aceptar ni practicar.»