Capítulo 20, versos 10-17
10
Bajó Pablo, se echó sobre él y tomándole en sus brazos dijo: «No os inquietéis, pues su alma está en él.»
11
Subió luego
12
Trajeron al muchacho vivo y se consolaron no poco.
13
Nosotros nos adelantamos a tomar la nave y partimos hacia Asso, donde habíamos de recoger a Pablo
14
Cuando nos alcanzó en Asso, le tomamos a bordo y llegamos a Mitilene.
15
Al día siguiente nos hicimos a la mar y llegamos a la altura de Quíos
16
Pablo había resuelto pasar de largo por Éfeso, para no perder tiempo en Asia. Se daba prisa, porque quería estar, si le era posible, el día de Pentecostés en Jerusalén.
17
Desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso.