Capítulo 20, versos 29-35
29
«Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos crueles que no perdonarán al rebaño
30
y también que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí.
31
Por tanto, vigilad y acordaos que durante tres años no he cesado de amonestaros día y noche con lágrimas a cada uno de vosotros.
32
«Ahora os encomiendo a Dios y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la herencia con todos los santificados.
33
«Yo de nadie codicié plata, oro o vestidos.
34
Vosotros sabéis que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros.
35
En todo os he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir.»