Capítulo 20, verso 34 - Capítulo 21, verso 14
34
Vosotros sabéis que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros.
35
En todo os he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir.»
36
Dicho esto se puso de rodillas y oro con todos ellos.
37
Rompieron entonces todos a llorar y arrojándose al cuello de Pablo, le besaban,
38
afligidos sobre todo por lo que había dicho: que ya no volverían a ver su rostro. Y fueron acompañándole hasta la nave.
Capítulo 21
1
Despidiéndonos de ellos nos hicimos a la mar y navegamos derechamente hasta llegar a Cos
2
Encontramos una nave que partía para Fenicia
3
Avistamos Chipre y, dejándola a la izquierda, íbamos navegando rumbo a Siria
4
Habiendo encontrado a los discípulos nos quedamos allí siete días. Ellos, iluminados por el Espíritu, decían a Pablo que no subiese a Jerusalén.
5
Cuando se nos pasaron aquellos días, salimos y nos pusimos en camino. Todos nos acompañaron con sus mujeres e hijos, hasta las afueras de la ciudad. En la playa nos pusimos de rodillas y oramos
6
nos despedimos unos de otros y subimos a la nave
7
Nosotros, terminando la travesía, fuimos de Tiro a Tolemaida
8
Al siguiente partimos y llegamos a Cesarea
9
Tenía éste cuatro hijas vírgenes que profetizaban.
10
Nos detuvimos allí bastantes días
11
se acercó a nosotros, tomó el cinturón de Pablo, se ató sus pies y sus manos y dijo: «Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre de quien es este cinturón. Y le entregarán en manos de los gentiles.»
12
Al oír esto nosotros y los de aquel lugar le rogamos que no subiera a Jerusalén.
13
Entonces Pablo contestó: «¿Por qué habéis de llorar y destrozarme el corazón? Pues yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino a morir también en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.»
14
Como no se dejaba convencer, dejamos de insistir y dijimos: «Hágase la voluntad del Señor.»