Hechos de los Apóstoles

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[...]   Apenas se fue el ángel que le hablaba, llamó a dos criados y a un soldado piadoso, de entre sus asistentes,   [...]

Hechos de los Apóstoles: capítulo 10, verso 7

Capítulo 20, versos 4-20

4 Le acompañaban Sópatros, hijo de Pirro, de Berea
5 Estos se adelantaron y nos esperaron en Tróada.
6 Nosotros, después de los días de los Azimos, nos embarcamos en Filipos y al cabo de cinco días nos unimos a ellos en Tróada donde pasamos siete días.
7 El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para la fracción del pan, Pablo, que debía marchar al día siguiente, conversaba con ellos y alargó la charla hasta la media noche.
8 Había abundantes lámparas en la estancia superior donde estábamos reunidos.
9 Un joven, llamado Eutico, estaba sentado en el borde de la ventana
10 Bajó Pablo, se echó sobre él y tomándole en sus brazos dijo: «No os inquietéis, pues su alma está en él.»
11 Subió luego
12 Trajeron al muchacho vivo y se consolaron no poco.
13 Nosotros nos adelantamos a tomar la nave y partimos hacia Asso, donde habíamos de recoger a Pablo
14 Cuando nos alcanzó en Asso, le tomamos a bordo y llegamos a Mitilene.
15 Al día siguiente nos hicimos a la mar y llegamos a la altura de Quíos
16 Pablo había resuelto pasar de largo por Éfeso, para no perder tiempo en Asia. Se daba prisa, porque quería estar, si le era posible, el día de Pentecostés en Jerusalén.
17 Desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso.
18 Cuando llegaron donde él, les dijo: «Vosotros sabéis cómo me comporté siempre con vosotros, desde el primer día que entré en Asia,
19 sirviendo al Señor con toda humildad y lágrimas y con las pruebas que me vinieron por las asechanzas de los judíos
20 cómo no me acobardé cuando en algo podía seros útil