Hechos de los Apóstoles

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[...]   Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.   [...]

Hechos de los Apóstoles: capítulo 5, verso 33

Capítulo 21, verso 31 - Capítulo 22, verso 3

31 Intentaban darle muerte, cuando subieron a decir al tribuno de la cohorte: «Toda Jerusalén está revuelta.»
32 Inmediatamente tomó consigo soldados y centuriones y bajó corriendo hacia ellos
33 Entonces el tribuno se acercó, le prendió y mandó que le atasen con dos cadenas
34 Pero entre la gente unos gritaban una cosa y otros otra. Como no pudiese sacar nada en claro a causa del alboroto, mandó que le llevasen al cuartel.
35 Cuando llegó a las escaleras, tuvo que ser llevado a hombros por los soldados a causa de la violencia de la gente
36 pues toda la multitud le iba siguiendo y gritando: «¡Mátale!»
37 Cuando iban ya a meterle en el cuartel, Pablo dijo al tribuno: «¿Me permites decirte una palabra?» El le contestó: «Pero, ¿sabes griego?
38 ¿No eres tú entonces el egipcio que estos últimos días ha amotinado y llevado al desierto a los 4.000 terroristas?»
39 Pablo dijo: «Yo soy un judío, de Tarso, ciudadano de una ciudad no oscura de Cilicia. Te ruego que me permitas hablar al pueblo.»
40 Se lo permitió. Pablo, de pie sobre las escaleras, pidió con la mano silencio al pueblo. Y haciéndose un gran silencio, les dirigió la palabra en lengua hebrea.
Capítulo 22
1 «Hermanos y padres, escuchad la defensa que ahora hago ante vosotros.»
2 Al oír que les hablaba en lengua hebrea guardaron más profundo silencio. Y dijo:
3 «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres