Capítulo 22, versos 11-16
11
Como yo no veía, a causa del resplandor de aquella luz, conducido de la mano por mis compañeros llegué a Damasco.
12
«Un tal Ananías, hombre piadoso según la Ley, bien acreditado por todos los judíos que habitaban allí,
13
vino a verme, y presentándose ante mí me dijo: "Saúl, hermano, recobra la vista." Y en aquel momento le pude ver.
14
El me dijo: "El Dios de nuestros padres te ha destinado para que conozcas su voluntad, veas al Justo y escuches la voz de sus labios,
15
pues le has de ser testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
16
Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre."