Capítulo 22, versos 5-9
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como puede atestiguármelo el Sumo Sacerdote y todo el Consejo de ancianos. De ellos recibí también cartas para los hermanos de Damasco y me puse en camino con intención de traer también encadenados a Jerusalén a todos los que allí había, para que fueran castigados.
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«Pero yendo de camino, estando ya cerca de Damasco, hacia el mediodía, me envolvió de repente una gran luz venida del cielo
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caí al suelo y oí una voz que me decía: "Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?"
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Yo respondí: "¿Quién eres, Señor?" Y él a mí: "Yo soy Jesús Nazoreo, a quien tú persigues."
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Los que estaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.