Capítulo 22, versos 6-17
6
«Pero yendo de camino, estando ya cerca de Damasco, hacia el mediodía, me envolvió de repente una gran luz venida del cielo
7
caí al suelo y oí una voz que me decía: "Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?"
8
Yo respondí: "¿Quién eres, Señor?" Y él a mí: "Yo soy Jesús Nazoreo, a quien tú persigues."
9
Los que estaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
10
Yo dije: "¿Qué he de hacer, Señor?" Y el Señor me respondió: "Levántate y vete a Damasco
11
Como yo no veía, a causa del resplandor de aquella luz, conducido de la mano por mis compañeros llegué a Damasco.
12
«Un tal Ananías, hombre piadoso según la Ley, bien acreditado por todos los judíos que habitaban allí,
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vino a verme, y presentándose ante mí me dijo: "Saúl, hermano, recobra la vista." Y en aquel momento le pude ver.
14
El me dijo: "El Dios de nuestros padres te ha destinado para que conozcas su voluntad, veas al Justo y escuches la voz de sus labios,
15
pues le has de ser testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
16
Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre."
17
«Habiendo vuelto a Jerusalén y estando en oración en el Templo, caí en éxtasis