Hechos de los Apóstoles

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[...]   «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres   [...]

Hechos de los Apóstoles: capítulo 22, verso 3

Capítulo 24, verso 12 - Capítulo 25, verso 21

12 Y ni en el Templo, ni en las sinagogas ni por la ciudad me han encontrado discutiendo con nadie ni alborotando a la gente.
13 Ni pueden tampoco probarte las cosas de que ahora me acusan.
14 «En cambio te confieso que según el Camino, que ellos llaman secta, doy culto al Dios de mis padres, creo en todo lo que se encuentra en la Ley y está escrito en los Profetas
15 y tengo en Dios la misma esperanza que éstos tienen, de que habrá una resurrección, tanto de los justos como de los pecadores.
16 Por eso yo también me esfuerzo por tener constantemente una conciencia limpia ante Dios y ante los hombres.
17 «Al cabo de muchos años he venido a traer limosnas a los de mi nación y a presentar ofrendas.
18 Y me encontraron realizando estas ofrendas en el Templo después de haberme purificado, y no entre tumulto de gente.
19 Y fueron algunos judíos de Asia... - que son los que debieran presentarse ante ti y acusarme si es que tienen algo contra mí
20 o si no, que digan estos mismos qué crimen hallaron en mí cuando comparecí ante el Sanedrín,
21 a no ser este solo grito que yo lancé estando en medio de ellos: "Yo soy juzgado hoy por vosotros a causa de la resurrección de los muertos.»
22 Félix, que estaba bien informado en lo referente al Camino, les dio largas diciendo: «Cuando baje el tribuno Lisias decidiré vuestro asunto.»
23 Y ordenó al centurión que custodiase a Pablo, que le dejase tener alguna libertad y que no impidiese a ninguno de los suyos el asistirle.
24 Después de unos días vino Félix con su esposa Drusila, que era judía
25 Y al hablarle Pablo de la justicia, del dominio propio y del juicio futuro, Félix, aterrorizado, le interrumpió: «Por ahora puedes marcharte
26 Esperaba al mismo tiempo Félix que Pablo le diese dinero
27 Pasados dos años Félix recibió como sucesor a Porcio Festo
Capítulo 25
1 Tres días después de haber llegado a la provincia, subió Festo de Cesarea a Jerusalén.
2 Los sumos sacerdotes y los principales de los judíos le presentaron acusación contra Pablo e insistentemente
3 le pedían una gracia contra él, que le hiciera trasladar a Jerusalén, mientras preparaban una celada para matarle en el camino.
4 Pero Festo les contestó que Pablo debía estar custodiado en Cesarea, y que él mismo estaba para marchar allá inmediatamente.
5 «Que bajen conmigo, les dijo, los que entre vosotros tienen autoridad y si este hombre es culpable en algo, formulen acusación contra él.»
6 Después de pasar entre ellos no más de ocho o diez días, bajó a Cesarea y al día siguiente se sentó en el tribunal y mandó traer a Pablo.
7 Así que éste se presentó le rodearon los judíos que habían bajado de Jerusalén, presentando contra él muchas y graves acusaciones, que no podían probar.
8 Pablo se defendía diciendo: «Yo no he cometido falta alguna ni contra la Ley de los judíos ni contra el Templo ni contra el César.»
9 Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, preguntó a Pablo: «¿Quieres subir a Jerusalén y ser allí juzgado de estas cosas en mi presencia?»
10 Pablo contestó: «Estoy ante el tribunal del César, que es donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún mal, como tú muy bien sabes.
11 Si, pues, soy reo de algún delito o he cometido algún crimen que merezca la muerte, no rehúso morir
12 Entonces Festo deliberó con el Consejo y respondió: «Has apelado al César, al César irás.»
13 Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesarea y fueron a saludar a Festo.
14 Como pasaran allí bastantes días, Festo expuso al rey el caso de Pablo: «Hay aquí un hombre, le dijo, que Félix dejó prisionero.
15 Estando yo en Jerusalén presentaron contra él acusación los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo contra él sentencia condenatoria.
16 Yo les respondí que no es costumbre de los romanos entregar a un hombre antes de que el acusado tenga ante sí a los acusadores y se le dé la posibilidad de defenderse de la acusación.
17 Ellos vinieron aquí juntamente conmigo, y sin dilación me senté al día siguiente en el tribunal y mandé traer al hombre.
18 Los acusadores comparecieron ante él, pero no presentaron ninguna acusación de los crímenes que yo sospechaba
19 solamente tenían contra él unas discusiones sobre su propia religión y sobre un tal Jesús, ya muerto, de quien Pablo afirma que vive.
20 Yo estaba perplejo sobre estas cuestiones y le propuse si quería ir a Jerusalén y ser allí juzgado de estas cosas.
21 Pero como Pablo interpuso apelación de que su caso se reservase a la decisión del Augusto, mandé que se le custodiara hasta remitirle al César.»