Capítulo 26, versos 19-21
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«Así pues, rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial,
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sino que primero a los habitantes de Damasco, después a los de Jerusalén y por todo el país de Judea y también a los gentiles he predicado que se convirtieran y que se volvieran a Dios haciendo obras dignas de conversión.
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Por esto los judíos, habiéndome prendido en el Templo, intentaban darme muerte.