Capítulo 26, versos 9-21
9
«Yo, pues, me había creído obligado a combatir con todos los medios el nombre de Jesús, el Nazoreo.
10
Así lo hice en Jerusalén y, con poderes recibidos de los sumos sacerdotes, yo mismo encerré a muchos santos en las cárceles
11
Frecuentemente recorría todas las sinagogas y a fuerza de castigos les obligaba a blasfemar y, rebosando furor contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.
12
«En este empeño iba hacia Damasco con plenos poderes y comisión de los sumos sacerdotes
13
y al medio día, yendo de camino vi, oh rey, una luz venida del cielo, más resplandeciente que el sol, que me envolvió a mí y a mis compañeros en su resplandor.
14
Caímos todos a tierra y yo oí una voz que me decía en lengua hebrea: "Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? Te es duro dar coces contra el aguijón."
15
Yo respondí: "¿Quién eres, Señor?" Y me dijo el Señor: "Yo soy Jesús a quien tú persigues.
16
Pero levántate, y ponte en pie
17
Yo te libraré de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales yo te envío,
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para que les abras los ojos
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«Así pues, rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial,
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sino que primero a los habitantes de Damasco, después a los de Jerusalén y por todo el país de Judea y también a los gentiles he predicado que se convirtieran y que se volvieran a Dios haciendo obras dignas de conversión.
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Por esto los judíos, habiéndome prendido en el Templo, intentaban darme muerte.