Capítulo 27, versos 16-27
16
Navegando a sotavento de una isleta llamada Cauda, pudimos con mucha dificultad hacernos con el bote.
17
Una vez izado el bote se emplearon los cables de refuerzo, ciñendo el casco por debajo
18
Y como el temporal seguía sacudiéndonos furiosamente, al día siguiente aligeraron la nave.
19
Y al tercer día con sus propias manos arrojaron al mar el aparejo de la nave.
20
Durante muchos días no apareció el sol ni las estrellas
21
Hacía ya días que no habíamos comido
22
Pero ahora os recomiendo que tengáis buen ánimo
23
Pues esta noche se me ha presentado un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien doy culto,
24
y me ha dicho: "No temas, Pablo
25
Por tanto, amigos, ¡ánimo! Yo tengo fe en Dios de que sucederá tal como se me ha dicho.
26
Iremos a dar en alguna isla.»
27
Era ya la décima cuarta noche que íbamos a la deriva por el Adriático, cuando hacia la media noche presintieron los marineros la proximidad de tierra.