Hechos de los Apóstoles

Ver da Capítulo Verso Capítulo Verso
[...]   ¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.»   [...]

Hechos de los Apóstoles: capítulo 26, verso 27

Capítulo 27, verso 32 - Capítulo 28, verso 11

32 Entonces los soldados cortaron las amarras del bote y lo dejaron caer.
33 Mientras esperaban que se hiciera de día, Pablo aconsejaba a todos que tomasen alimento diciendo: «Hace ya catorce días que, en continua expectación, estáis en ayunas, sin haber comido nada.
34 Por eso os aconsejo que toméis alimento, pues os conviene para vuestra propia salvación
35 Diciendo esto, tomó pan, dio gracias a Dios en presencia de todos, lo partió y se puso a comer.
36 Entonces todos los demás se animaron y tomaron también alimento.
37 Estábamos en total en la nave 276 personas.
38 Una vez satisfechos, aligeraron la nave arrojando el trigo al mar.
39 Cuando vino el día, los marineros no reconocían la tierra
40 Soltaron las anclas que dejaron caer al mar
41 Pero tropezaron contra un lugar con mar por ambos lados, y encallaron allí la nave
42 Los soldados entonces resolvieron matar a los presos, no fuera que alguno se escapase a nado
43 pero el centurión, que quería salvar a Pablo, se opuso a su designio y dio orden de que los que supieran nadar se arrojasen los primeros al agua y ganasen la orilla
44 y los demás saliesen unos sobre tablones, otros sobre los despojos de la nave. De esta forma todos llegamos a tierra sanos y salvos.
Capítulo 28
1 Una vez a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta.
2 Los nativos nos mostraron una humanidad poco común
3 Pablo había reunido una brazada de ramas secas
4 Los nativos, cuando vieron el animal colgado de su mano, se dijeron unos a otros: «Este hombre es seguramente un asesino
5 Pero él sacudió el animal sobre el fuego y no sufrió daño alguno.
6 Ellos estaban esperando que se hincharía o que caería muerto de repente
7 En las cercanías de aquel lugar tenía unas propiedades el principal de la isla llamado Publio, quien nos recibió y nos dio amablemente hospedaje durante tres días.
8 Precisamente el padre de Publio se hallaba en cama atacado de fiebres y disentería. Pablo entró a verle, hizo oración, le impuso las manos y le curó.
9 Después de este suceso los otros enfermos de la isla acudieron y fueron curados.
10 Tuvieron para con nosotros toda suerte de consideraciones y a nuestra partida nos proveyeron de lo necesario.
11 Transcurridos tres meses nos hicimos a la mar en una nave alejandrina que había invernado en la isla y llevaba por enseña los Dióscuros.