Capítulo 27, verso 40 - Capítulo 28, verso 11
40
Soltaron las anclas que dejaron caer al mar
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Pero tropezaron contra un lugar con mar por ambos lados, y encallaron allí la nave
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Los soldados entonces resolvieron matar a los presos, no fuera que alguno se escapase a nado
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pero el centurión, que quería salvar a Pablo, se opuso a su designio y dio orden de que los que supieran nadar se arrojasen los primeros al agua y ganasen la orilla
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y los demás saliesen unos sobre tablones, otros sobre los despojos de la nave. De esta forma todos llegamos a tierra sanos y salvos.
Capítulo 28
1
Una vez a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta.
2
Los nativos nos mostraron una humanidad poco común
3
Pablo había reunido una brazada de ramas secas
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Los nativos, cuando vieron el animal colgado de su mano, se dijeron unos a otros: «Este hombre es seguramente un asesino
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Pero él sacudió el animal sobre el fuego y no sufrió daño alguno.
6
Ellos estaban esperando que se hincharía o que caería muerto de repente
7
En las cercanías de aquel lugar tenía unas propiedades el principal de la isla llamado Publio, quien nos recibió y nos dio amablemente hospedaje durante tres días.
8
Precisamente el padre de Publio se hallaba en cama atacado de fiebres y disentería. Pablo entró a verle, hizo oración, le impuso las manos y le curó.
9
Después de este suceso los otros enfermos de la isla acudieron y fueron curados.
10
Tuvieron para con nosotros toda suerte de consideraciones y a nuestra partida nos proveyeron de lo necesario.
11
Transcurridos tres meses nos hicimos a la mar en una nave alejandrina que había invernado en la isla y llevaba por enseña los Dióscuros.