Capítulo 2, verso 32 - Capítulo 3, verso 4
32
A este Jesús Dios le resucitó
33
Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís.
34
Pues David no subió a los cielos y sin embargo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra
35
hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies.
36
«Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.»
37
Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?»
38
Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados
39
pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.»
40
Con otras muchas palabras les conjuraba y les exhortaba: «Salvaos de esta generación perversa.»
41
Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas 3.000 almas.
42
Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones.
43
El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales.
44
Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común
45
vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno.
46
Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón.
47
Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar.
Capítulo 3
1
Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la hora nona.
2
Había un hombre, tullido desde su nacimiento, al que llevaban y ponían todos los días junto a la puerta del Templo llamada Hermosa para que pidiera limosna a los que entraban en el Templo.
3
Este, al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, les pidió una limosna.
4
Pedro fijó en él la mirada juntamente con Juan, y le dijo: «Míranos.»