Capítulo 3, versos 4-13
4
Pedro fijó en él la mirada juntamente con Juan, y le dijo: «Míranos.»
5
El les miraba con fijeza esperando recibir algo de ellos.
6
Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro
7
Y tomándole de la mano derecha le levantó. Al instante cobraron fuerza sus pies y tobillos,
8
y de un salto se puso en pie y andaba. Entró con ellos en el Templo andando, saltando y alabando a Dios.
9
Todo el pueblo le vio cómo andaba y alababa a Dios
10
le reconocían, pues él era el que pedía limosma sentado junto a la puerta Hermosa del Templo. Y se quedaron llenos de estupor y asombro por lo que había sucedido.
11
Como él no soltaba a Pedro y a Juan, todo el pueblo, presa de estupor, corrió donde ellos al pórtico llamado de Salomón.
12
Pedro, al ver esto, se dirigió al pueblo: «Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto, o por qué nos miráis fijamente, como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho caminar a éste?
13
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando éste estaba resuelto a ponerle en libertad.