Hechos de los Apóstoles

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[...]   Ellos, pues, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí navegaron hasta Chipre.   [...]

Hechos de los Apóstoles: capítulo 13, verso 4

Capítulo 7, verso 25 - Capítulo 8, verso 1

25 Pensaba él que sus hermanos comprenderían que Dios les daría la salvación por su mano
26 Al día siguiente se les presentó mientras estaban peleándose y trataba de ponerles en paz diciendo: "Amigos, que sois hermanos, ¿por qué os maltratáis uno a otro?"
27 Pero el que maltrataba a su compañero le rechazó diciendo: "¿Quién te ha nombrado jefe y juez sobre nosotros?
28 ¿Es que quieres matarme a mí como mataste ayer al egipcio?"
29 Al oír esto Moisés huyó y vivió como forastero en la tierra de Madián, donde tuvo dos hijos.
30 «Al cabo de cuarenta años se le apareció un ángel en el desierto del monte Sinaí, sobre la llama de una zarza ardiendo.
31 Moisés se maravilló al ver la visión, y al acercarse a mirarla, se dejó oír la voz del Señor:
32 Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Moisés temblaba y no se atrevía a mirar.
33 El Señor le dijo: "Quítate las sandalias de los pies, pues el lugar donde estás es tierra santa.
34 Bien vista tengo la opresión de mi pueblo que está en Egipto y he oído sus gemidos y he bajado a librarles. Y ahora ven, que te enviaré a Egipto."
35 «A este Moisés, de quien renegaron diciéndole: ¿quién te ha nombrado jefe y juez?, a éste envió Dios como jefe y redentor por mano del ángel que se le apareció en la zarza.
36 Este les sacó, realizando prodigios y señales en la tierra de Egipto, en el mar Rojo y en el desierto durante cuarenta años.
37 Este es el Moisés que dijo a los israelitas: Dios os suscitará un profeta como yo de entre vuestros hermanos.
38 Este es el que, en la asamblea del desierto, estuvo con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres
39 este es aquel a quien no quisieron obedecer nuestros padres, sino que le rechazaron para volver su corazón hacia Egipto,
40 y dijeron a Aarón: "Haznos dioses que vayan delante de nosotros
41 E hicieron aquellos días un becerro y ofrecieron un sacrificio al ídolo e hicieron una fiesta a las obras de sus manos.
42 Entonces Dios se apartó de ellos y los entregó al culto del ejército del cielo, como está escrito en el libro de los Profetas: = ¿Es que me ofrecisteis víctimas y sacrificios durante cuarenta años en el desierto, casa de Israel? =
43 Os llevasteis la tienda de Moloc y la estrella del dios Refán, las imágenes que hicisteis para adorarlas
44 «Nuestros padres tenían en el desierto la Tienda del Testimonio, como mandó el que dijo a Moisés que la hiciera según el modelo que había visto.
45 Nuestros padres que les sucedieron la recibieron y la introdujeron bajo el mando de Josué en el país ocupado por los gentiles, a los que Dios expulsó delante de nuestros padres, hasta los días de David,
46 que halló gracia ante Dios y pidió encontrar una Morada para la casa de Jacob.
47 Pero fue Salomón el que le edificó Casa,
48 aunque el Altísimo no habita en casas hechas por mano de hombre como dice el profeta:
49 El cielo es mi trono y la tierra el escabel de mis pies. Dice el Señor: ¿Qué Casa me edificaréis? O ¿cuál será el lugar de mi descanso?
50 ¿Es que no ha hecho mi mano todas estas cosas?
51 «¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! ¡Como vuestros padres, así vosotros!
52 ¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que anunciaban de antemano la venida del Justo, de aquel a quien vosotros ahora habéis traicionado y asesinado
53 vosotros que recibisteis la Ley por mediación de ángeles y no la habéis guardado.»
54 Al oír esto, sus corazones se consumían de rabia y rechinaban sus dientes contra él.
55 Pero él, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a la diestra de Dios
56 y dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios.»
57 Entonces, gritando fuertemente, se taparon sus oídos y se precipitaron todos a una sobre él
58 le echaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo.
59 Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
60 Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y diciendo esto, se durmió.
Capítulo 8
1 Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.