Hechos de los Apóstoles

Ver da Capítulo Verso Capítulo Verso
[...]   Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana.   [...]

Hechos de los Apóstoles: capítulo 6, verso 1

Capítulo 7, verso 50 - Capítulo 8, verso 7

50 ¿Es que no ha hecho mi mano todas estas cosas?
51 «¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! ¡Como vuestros padres, así vosotros!
52 ¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que anunciaban de antemano la venida del Justo, de aquel a quien vosotros ahora habéis traicionado y asesinado
53 vosotros que recibisteis la Ley por mediación de ángeles y no la habéis guardado.»
54 Al oír esto, sus corazones se consumían de rabia y rechinaban sus dientes contra él.
55 Pero él, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a la diestra de Dios
56 y dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios.»
57 Entonces, gritando fuertemente, se taparon sus oídos y se precipitaron todos a una sobre él
58 le echaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo.
59 Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
60 Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y diciendo esto, se durmió.
Capítulo 8
1 Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.
2 Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él.
3 Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia
4 Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra.
5 Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les predicaba a Cristo.
6 La gente escuchaba con atención y con un mismo espíritu lo que decía Felipe, porque le oían y veían las señales que realizaba
7 pues de muchos posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces, y muchos paralíticos y cojos quedaron curados.