Capítulo 8, versos 12-22
12
Pero cuando creyeron a Felipe que anunciaba la Buena Nueva del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, empezaron a bautizarse hombres y mujeres.
13
Hasta el mismo Simón creyó y, una vez bautizado, no se apartaba de Felipe
14
Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.
15
Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo
16
pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos
17
Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
18
Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu, les ofreció dinero diciendo:
19
«Dadme a mí también este poder para que reciba el Espíritu Santo aquel a quien yo imponga las manos.»
20
Pedro le contestó: «Vaya tu dinero a la perdición y tú con él
21
En este asunto no tienes tú parte ni herencia, pues tu corazón no es recto delante de Dios.
22
Arrepiéntete, pues, de esa tu maldad y ruega al Señor, a ver si se te perdona ese pensamiento de tu corazón