Capítulo 8, verso 29 - Capítulo 9, verso 16
29
El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y ponte junto a ese carro.»
30
Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías
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El contestó: «¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?» Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él.
32
El pasaje de la Escritura que iba leyendo era éste: «Fue llevado como una oveja al matadero
33
En su humillación le fue negada la justicia
34
El eunuco preguntó a Felipe: «Te ruego me digas de quién dice esto el profeta: ¿de sí mismo o de otro?»
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Felipe entonces, partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de Jesús.
36
Siguiendo el camino llegaron a un sitio donde había agua.
37
El eunuco dijo: «Aquí hay agua
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Y mandó detener el carro. Bajaron ambos al agua, Felipe y el eunuco
39
y en saliendo del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y ya no le vio más el eunuco, que siguió gozoso su camino.
40
Felipe se encontró en Azoto y recorría evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea.
Capítulo 9
1
Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote,
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y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén.
3
Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo,
4
cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?»
5
El respondió: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
6
Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.»
7
Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto
8
Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le hicieron entrar en Damasco.
9
Pasó tres días sin ver, sin comer y sin beber.
10
Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión: «Ananías.» El respondió: «Aquí estoy, Señor.»
11
Y el Señor: «Levántate y vete a la calle Recta y pregunta en casa de Judas por uno de Tarso llamado Saulo
12
y ha visto que un hombre llamado Ananías entraba y le imponía las manos para devolverle la vista.»
13
Respondió Ananías: «Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los muchos males que ha causado a tus santos en Jerusalén
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y que está aquí con poderes de los sumos sacerdotes para apresar a todos los que invocan tu nombre.»
15
El Señor le contestó: «Vete, pues éste me es un instrumento de elección que lleve mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel.
16
Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre.»