Capítulo 8, versos 3-13
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Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia
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Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra.
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Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les predicaba a Cristo.
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La gente escuchaba con atención y con un mismo espíritu lo que decía Felipe, porque le oían y veían las señales que realizaba
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pues de muchos posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces, y muchos paralíticos y cojos quedaron curados.
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Y hubo una gran alegría en aquella ciudad.
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En la ciudad había ya de tiempo atrás un hombre llamado Simón que practicaba la magia y tenía atónito al pueblo de Samaria y decía que él era algo grande.
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Y todos, desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención y decían: «Este es la Potencia de Dios llamada la Grande.»
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Le prestaban atención porque les había tenido atónitos por mucho tiempo con sus artes mágicas.
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Pero cuando creyeron a Felipe que anunciaba la Buena Nueva del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, empezaron a bautizarse hombres y mujeres.
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Hasta el mismo Simón creyó y, una vez bautizado, no se apartaba de Felipe