Capítulo 8, versos 6-8
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La gente escuchaba con atención y con un mismo espíritu lo que decía Felipe, porque le oían y veían las señales que realizaba
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pues de muchos posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces, y muchos paralíticos y cojos quedaron curados.
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Y hubo una gran alegría en aquella ciudad.