Capítulo 9, versos 20-24
20
y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: que él era el Hijo de Dios.
21
Todos los que le oían quedaban atónitos y decían: «¿No es éste el que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que invocaban ese nombre, y no ha venido aquí con el objeto de llevárselos atados a los sumos sacerdotes?»
22
Pero Saulo se crecía y confundía a los judíos que vivían en Damasco demostrándoles que aquél era el Cristo.
23
Al cabo de bastante tiempo los judíos tomaron la decisión de matarle.
24
Pero Saulo tuvo conocimiento de su determinación. Hasta las puertas estaban guardadas día y noche para poderle matar.