Capítulo 9, versos 30-36
30
Los hermanos, al saberlo, le llevaron a Cesarea y le hicieron marchar a Tarso.
31
Las Iglesias por entonces gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria
32
Pedro, que andaba recorriendo todos los lugares, bajó también a visitar a los santos que habitaban en Lida.
33
Encontró allí a un hombre llamado Eneas, tendido en una camilla desde hacía ocho años, pues estaba paralítico.
34
Pedro le dijo: «Eneas, Jesucristo te cura
35
Todos los habitantes de Lida y Sarón le vieron, y se convirtieron al Señor.
36
Había en Joppe una discípula llamada Tabitá, que quiere decir Dorcás. Era rica en buenas obras y en limosnas que hacía.